Desde mi mas tierna infancia, o sea, los años 70, me acuerdo de haber vivido en apartamentos con portero eléctrico. Y esto en un país supuestamente subdesarrollado del tercer mundo.
Ahora que vivo en Francia, un país supuestamente desarrollado y del primer mundo, he descubierto que el humilde portero eléctrico es considerado un lujo descomunal y demasiado “jai-tec” para la mayoría de los habitantes. Lo que se tiene generalmente es un teclado al lado de la puerta donde hay que poner un código (27Q3, por ejemplo). En nuestra casa hay dos puertas, cada cual con su teclado y su código distinto. Hay que saberselo de memoria, sino no se puede entrar.
A este descubrimiento lleguè gracias a unas frustraciones vividas recientemente esperando un paquete con documentos muy importantes que me mandaron de Londres. Como no hay timbre desde la calle, DHL no puede entregar nada en mi edificio si no tienen los códigos de las dos puertas. Por supuesto que no los tenían o sea que no pudieron entregar. Llamé para dàrselos, pero los anotaron mal o sea que tampoco pudieron entregar al día siguiente. Al final tuve que dar toda clase de vueltas por la ciudad para ir a buscar el paquete y demoró más en llegarme que si lo hubiesen mandado por correo común y corriente (que si tiene los códigos y entrega en mi puerta todos los días).
¿Como hacen las visitas entonces? Cada vez que invitamos a alguien a casa: hay que darles los códigos, sino no hay manera que entren. Hoy en día que todo el mundo tiene celular, no es muy difícil el tema, ya que siempre pueden llamar nuestros amigos desde la puerta. Pero me imagino que en la época pre-celular, si uno perdía el código del edificio no podía ir a la fiesta. A nosotros ya nos paso una vez yendo a una fiesta en casa de unos amigos: perdimos el código y justo cuando Maki va a llamar desde el celular, se quedo sin batería. Nos pusimos a gritar desde la vereda y por suerte alguien nos escuchó.
¿Porqué tienen este sistema tan complicado acá? No lo se. En Uruguay con nuestros porteros eléctricos nos llegan nuestros paquetes y nuestros amigos.
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